Programa Online

El Movimiento Natural

Se basa en patrones de movimiento propios de la biología humana que al recuperarlos eliminas rigidez corporal, restauras libertad de movimiento y mejoras el rendimiento físico-deportivo. El resultado es fluidez: transformarás tu postura, tu respiración y cómo te mueves.

La Nutrición Natural

Va a la raíz de las necesidades de tu cuerpo para optimizar su funcionamiento y así disminuir la inflamación, incrementar el nivel de energía y asistir en la eliminación de toxinas. El resultado es más claridad mental, niveles de energía estable y una mejora en tu bienestar físico, mental y emocional.

Sobre nosotras

Hola, soy Patricia Villa.

Llevo desde muy pequeña navegando en el mundo del movimiento, primero a través de competiciones que me llevaron al mundo del alto rendimiento deportivo y más adelante a explorar una gran variedad de deportes de ocio y disciplinas de fitness. El movimiento es mi forma de expresarme en el mundo, es mi escape, mi manera de restaurar equilibrio y calmar mi mente. Soy una eterna aprendiz del cuerpo humano, lo entiendo como un microcosmos donde podemos navegar para encontrar respuestas a la realidad que nos envuelve.

¿Por qué he decido diseñar este programa?

A los 49 años tuve una lesión de hernia discal muy dolorosa y debilitante que acabó en cirugía y que hizo que me planteara seriamente mi futuro. Este evento me llevó primero a estudiar detalladamente qué factores habían desencadenado mi lesión desde el punto de vista biomecánico y, en segundo lugar, me motivó a replantear mi estrategia de entrenamiento y ejercicio físico.

Comencé a abrir puertas que me llevaron a investigar y practicar movimiento natural (MovNat Natural Movement), parkour, movimiento barefoot, biomecánica de la marcha, entrenamiento postural, movimiento somático, Animal Flow, sistemas de movilidad articular avanzados como CARS y FRC, terapia de frío, respiración, Ido Portal y Fighting Monkey entre otros métodos y filosofías de movimiento.

Una de las sorpresas que me llevé es darme cuenta de que, aunque estuviera en buena forma física, mi cuerpo tenía varios puntos claros de rigidez. Entendí que el entrenamiento deportivo está muy lejos de ser un entrenamiento completo y respetuoso con el cuerpo.

Mi objetivo entonces era encontrar un entrenamiento que me llevase hacia un cuerpo sostenible, resiliente a lesiones, adaptable a las demandas físicas de mi trabajo y de mi estilo de vida y, sobre todo, que fuera respetuoso con el cuerpo y que pudiera mantenerlo a muy largo plazo.

Ahora tengo 53 años y siento que tengo un cuerpo mucho más ágil y adaptable, fuerte y flexible a la vez. Cuento con una biblioteca de movimientos mucho más variada que hace 10 o 20 años y tengo un entendimiento mucho más profundo sobre mi cuerpo.

El aprendizaje por supuesto continua, pero quiero compartir contigo lo que he aprendido hasta ahora. La cantidad de información sobre tipos de entrenamientos, ejercicios y consejos es abrumador y no es fácil navegar y encontrar lo que necesita tu cuerpo. Por eso quiero ayudarte. El contenido de este programa esta basado en una exploración extensa y práctica, en mi trabajo como entrenadora de muchas personas con diferentes cuerpos y necesidades y en mi experiencia de más de 30 años en el mundo del deporte, fitness y movimiento.

Soy licenciada en ed. fis., especializada en Movimiento Natural MovNat, Animal Flow, Barefoot training, Breathholdwork, HIIT Interval Training, coaching deportivo, entre otras.

Hola, soy Sonia Yael Slutzki.

Mi primera aventura culinaria fue un arroz blanco a los 11 años. «Insípido, pastoso e incomible», lo declaró mi hermana en una de esas ocasiones cuando mi abuela no se sentía bien y nos tocaba preparar la cena. Desde entonces, no he parado de cocinar. Con cada mudanza de país, he ido agregando recetas, inventos e ingredientes. En mi memoria está la comida colorida de Venezuela, donde nací; los platos tradicionales argentinos y los influenciados por la cocina italiana de Buenos Aires; la cocina de mi abuela con recetas rusas, ucranianas y ashkenazíes; y luego se sumó la gran diversidad cultural y culinaria de California con influencias japonesas, chinas, tailandesas, mexicanas, etc.

Pero esa pasión culinaria siempre vino acompañada de un sistema digestivo delicado: gastritis desde los 11 años, intolerancias alimentarias, mala absorción de nutrientes. Era de esperarse, pensaba, los problemas digestivos parecían ser una herencia de familia. Pero con solo 30 años, mis síntomas se iban agravando. Ya no era solo el gluten y la lactosa lo que mi cuerpo no podía digerir. De pronto también era intolerante a la harina de maíz, los huevos, las lentejas, la carne roja. Cuanto más me cuidaba, más parecía empeorar. Vivía con inflamación crónica, dolores articulares, poca energía, altibajos emocionales, estaba desarrollando resistencia a la insulina y los médicos solo podían recomendarme protectores estomacales, antiácidos y dieta. Estrategias que empeoraban mis niveles de energía y no resolvían el problema de fondo.

En ese momento, hace 10 años, decidí adentrarme en el mundo de la nutrición. Por suerte, acerté con personas que se salían de las recomendaciones estándar y que me ayudaron a entender qué ajustes necesitaba hacer para empezar a sanar. Pero fue realmente en los últimos años, desde que me adentré en la práctica de la Nutrición Integrativa, que pude llegar a la raíz de mis desajustes.

La Nutrición Integrativa entiende la alimentación como un eslabón más entre todos los aspectos de la vida que nos nutren: pensamientos, emociones, comunidad, espiritualidad, creatividad, etc. Ahí entendí que no había heredado un sistema digestivo delicado, sino que había heredado una perspectiva de vida y un vínculo con mi realidad que me mantenían en un estado de estrés crónico. Y habían sido los años de vivir con un sistema nervioso alterado los que habían perjudicado mi digestión. Estudié a fondo tanto la Nutrición Integrativa como el IFS (Internal Family Systems) y la Compassionate Inquiry. Esa fue la combinación perfecta. Por un lado, supe qué ingredientes consumir para sanar el cuerpo, reducir la inflamación y eliminar toxinas; y por el otro, aprendí a reprogramar mi sistema nervioso para eliminar esos gatillos que me mantenían en estados de alerta constante.

El impacto global de esas dos estrategias ha sido definitivo. Con mis 44 años me siento mejor que a los 30. Hoy día tengo intolerancias muy sutiles, energía constante a lo largo de todo el día, claridad mental, un sistema digestivo estable, cero dolores articulares, se han reducido los niveles de inflamación y también se han regulado mis niveles de azúcar en sangre. Gracias a esos cambios, sigo disfrutando del arte culinario sin tapujos, pero ahora lo enfoco en crear manjares que además nutren.

En este programa mi objetivo principal ha sido compartir las estrategias y conocimientos que me ayudaron a sanar. Siento que son herramientas que te pueden acompañar a lo largo de toda la vida y que puedes adaptar a tus necesidades.