Es muy común estar en un parque infantil o en algún cumpleaños y escuchar estas frases:

“bájate de ahí que te vas a caer”

“ponte los zapatos”

“se sube por las escaleras, no por el tobogán”

“eres muy pequeña, no llegas, déjalo”

“como no te bajes ahora mismo, nos vamos a casa”

El miedo a que tengan un accidente o se hagan daño suele justificar ciegamente estas palabras que se repiten una y otra vez en una multitud de situaciones y entornos. Si las analizamos un poco, vemos que son frases contundentes, premeritorias y seguramente heredadas de los propios padres, y pueden estar influyendo en el comportamiento físico y emocional del niño o la niña.

Los adultos tenemos esquemas mentales más inamovibles. Tenemos ansiedades, miedos basados en nuestra propia experiencia y, además, a muchos les sobrepone una falta de confianza en sus propias habilidades físicas. Lo que ocurre es que a través de lo que decimos y como nos comportamos podemos transmitir esas inseguridades a los más pequeños.

Lo de “te vas a caer” transmite que, hagas lo que hagas, caerás.

Por eso pienso que a los niños les tenemos que dar conocimientos, pero no juicios a priori ni premoniciones que minen su confianza en ellos mismos.

Considero que es mejor explicar el entorno, con prudencia y atención por nuestra parte, y trasmitir confianza en sus capacidades y juicio para que valoren hasta donde puede llegar de forma responsable.

Es importante entender que la infancia es primordial para adquirir las habilidades motrices que tendremos en un futuro y que es importante dejar que niños y niñas desarrollen plenamente esas habilidades físicas (coordinación, agilidad, equilibrio, patrones de marcha, etc.). Además, numerosos estudios demuestran que la falta de movimiento afecta muchísimo los procesos de aprendizaje y las habilidades de poner atención y concentración.

No se trata de desentendernos del niño o transmitirle una confianza ciega porque, como todos, alguna vez hacen tonterías, torpezas o cosas que dañen a otro. Lo suyo sería ofrecerles conocimientos, ideas y entornos seguros para que se puedan superar a si mismos, sin inculcarles un miedo paralizante.

El movimiento físico es un proceso natural y biológico

Comenzamos ya a movernos en el útero y seguimos nuestro programa biológico de movimiento a lo largo de la etapa de desarrollo infantil. Si te das cuenta, nadie nos enseña a movernos de bebés, ni a rodar, girar, gatear, caminar, hacer equilibrio o saltar.  Puede que nuestros tutores nos asistan, pero no nos enseñan, ya que se trata de movimientos innatos grabados en el programa biológico de nuestra especie y que desarrollamos de manera instintiva y progresiva.

A través de este programa natural, el infante desarrolla su musculatura, amplia su rango de movimiento articular, aprende a caerse, a transicionar de un movimiento a otro, a coger peso, balancearse, girar, tirar, empujar y un largo etc. No necesita un entrenador personal que le ayude a progresar, ni un horario de entrenamiento. A esas edades somos capaces de descubrir el movimiento instintivamente y nuestro objetivo principal es desarrollar un cuerpo fuerte, capaz de afrontar los retos físicos de la vida.

Me parece importante mencionar esto porque veo a muchas madres y padres poniendo un freno a este proceso proyectando sus propios miedos y no queriendo depositar su confianza en este proceso natural de acondicionamiento físico. Observo también que cuando el niño o la niña va creciendo se pueden detectar esos mismos miedos y falta de confianza en ellos mismos y, en consecuencia, no acaban desarrollando al completo sus habilidades físicas (coordinación, velocidad, equilibrio, agilidad, etc.)

 

Maneras de usar el “Te vas a caer”

De lo que se trata es de hacer un uso racional de la frase “te vas a caer”, de no sentenciar a través de nuestro filtro y de usar esa frase sólo en aquellas situaciones en las que haya un peligro seguro y que además la caída pueda generar daños importantes (no solo rasguños o moratones). Pero además no usarla de forma aislada, sino acompañada de un refuerzo positivo, por ejemplo:

  1. Te vas a caer si sigues subiendo por ahí y es peligroso, prueba mejor a subir por este otro lado.
  2. Te vas a caer si lo haces de esa manera, creo que sería posible si lo intentaras de este otro modo.
  3. Creo que te vas a caer, yo me voy a quedar cerca por si acaso, me quedo más tranquila/o si estoy cerca, adelante, inténtalo.

No es necesario verbalizarlo todo, sino ser conscientes de depositar la confianza en ellos y apoyar su proceso de aprendizaje, en lugar de exagerar una situación, frenarles o paralizarles.

Qué pasa si se caen

Obviamente no les digas “¡te lo dije!”. Piensalo….

La sociedad en general tiende a ver las caídas como algo malo, pero las caídas son parte del proceso de desarrollo motriz en la infancia y son una oportunidad para fortalecer el cuerpo, aprender a caer, aprender a gestionar la respuesta emocional, a saber como curar una herida, a cómo actuar cuando un amigo se cae, etc…

En el caso de una caída, lo mejor es reaccionar con calma y tranquilidad porque muchas veces una reacción exagerada acaba influyendo en la manera que ellos van a reaccionar a futuras caídas. Estar a su lado, mostrar empatía, amor y comprensión y, sobre todo, darle la importancia que se merece esa caída en particular, es decir, ni decirle que no pasa nada, ni exagerar la situación.

En algunos casos merece la pena animarles a volverlo a intentar porque en la repetición se basa el aprendizaje.

Cuando entendemos que el error y la caída forman parte del proceso de aprendizaje, lo empezaremos a ver con una actitud positiva, es decir, que saber caerse y equivocarse no es algo malo, sino una OPORTUNIDAD para crecer, aprender y mejorar. Que el daño físico dura poco rato, que se pasa, que forma parte de la vida y así se interioriza como algo positivo.

Las fotos de este artículo pertenecen al Taller de Parkour en la Naturaleza que ofrecemos en distintos pueblos.

¿Te ha gustado?